Mayra Monge ha dedicado gran parte de su vida a investigar y sembrar árboles de especies nativas de Costa Rica. Así mismo, ha sembrado en cientos de estudiantes el amor por la naturaleza y la conciencia de cuidarla para hacer frente a desafíos como la crisis climática y la pérdida de biodiversidad.

Con botas de hule, paso firme, mirada serena y una cálida sonrisa, Mayra Monge se desplaza por el Colegio Técnico Profesional (CTP) de Upala como si caminara por el patio de su casa. Acá es la profesora encargada de agroecología, en donde cientos de estudiantes de muchas generaciones han aprendido sobre viveros, manejo de suelos, especies nativas de árboles, zoocriaderos y mucho más….Pero quizá lo más importante: han aprendido a amar, proteger y respetar a la naturaleza.

La familia de esta agrónoma es enorme. “Todos esos árboles que están ahí son hijos de doña Mayra, los sembró en 1992, ya tienen 28 años”, dice su esposo Aníbal, refiriéndose a un espacio boscoso que se alza en un sector del colegio, donde ambos iniciaron un proceso de reforestación hace unos 30 años, cuando empezaron a trabajar ahí. Lo que antes eran potreros y zonas de donde se sacaban árboles de camíbar y canfín para cocinar, hoy son áreas protegidas que se han convertido en corredores biológicos.

Doña Mayra es la encargada del vivero del CTP, un centro educativo que se ha hecho famoso por la producción, venta, donación y reforestación con especies nativas de Costa Rica.

“Nos hemos convertido en un proveedor de especies nativas que antes no existía, y hemos apostado por retomarlas como una alternativa para reforestar áreas protegidas”, cuenta mientras supervisa a un grupo de estudiantes en labores de siembra y de cuidado del vivero. Acá, chicos y chicas adolescentes toman el pico, la pala, el palín, la tierra y el abono con una gracia y una facilidad extrema, acostumbrados a estos implementos como otros estudiantes lo están únicamente al papel, al lápiz y al teclado. Han aprendido de una experta que además de vida siembra resiliencia.

Pero su trabajo no ha sido fácil. Cuando inició, la documentación sobre especies nativas era mínima y quienes tenían más conocimientos publicaban muy poco. Cosas que parecieran tan sencillas como la mejor posición para colocar una semilla para que la planta no salga dañada ha implicado días, meses y hasta años de investigación.

“Mayra es como una ardilla, toda semilla que ve la recoge, es una recolectora”, afirma Aníbal. “Hemos hecho investigación informal, prueba y error”, agrega ella.

CUANDO REFORESTAR SE CONVIERTE EN UNA PASIÓN DONDE SIEMPRE SE GANA
Los árboles del vivero, plantados por Mayra, personal y estudiantes del CTP, son adquiridos por escuelas, colegios, proyectos comunales, parques nacionales, instituciones gubernamentales, empresas privadas, acueductos comunales o quién quiera especies nativas para sus propiedades.

“Nuestro objetivo ha sido rescatar la especie nativa como alternativa para reforestar, mejorar el paisaje de Upala, generar ingresos y proteger el recurso hídrico ante el cambio climático”, explica. Es acá donde doña Mayra se convierte en una pieza clave en el proyecto “Fortalecimiento de las capacidades de Asociaciones de Acueductos Rurales (ASADAS) para enfrentar riesgos del Cambio Climático en comunidades con estrés hídrico en el Norte de Costa Rica”, liderado por el el Instituto Costarricense de Acueductos y Alcantarillados (AyA) y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), con el apoyo financiero del Fondo Mundial para el Medio Ambiente (GEF por sus siglas en inglés).

“Llegamos donde Mayra buscando implementar medidas de adaptación basadas en ecosistemas, que permitan que las ASADAS tengan más solidez ante los cambios climáticos. Poco ganamos con tener tanques e infraestructura gris si, a mediano plazo no tendremos agua con qué llenarlos”, explica Jairo Serna Bonilla, especialista en servicios ecosistémicos y producción sostenible del PNUD. Mayra y su equipo comparten con las ASADAS sus árboles, pero también su conocimiento acerca de cuáles son los más apropiados, dependiendo del terreno y de las observaciones y proyecciones de cambios en el clima.

“No solo te venden un árbol, te venden todo su cuidado previo y nos dan aportes adicionales: Cada árbol que sembramos lleva una estaca, abono, cuidado y acompañamiento durante dos años. El trato es que no solo se encargan de cuidar estos seres vivientes, sino que ponen a disposición a personas jóvenes del área de agroecología para el mantenimiento”, afirma Serna, quien se considera un gran admirador del trabajo de Mayra.

Cedro, camíbar y espavel son parte de las casi 30 especies de árboles nativos que crecen en todas direcciones, con la mano cuidadosa y amorosa de estudiantes y la guía de una experta. “Ha sido un apoyo tremendo para el proyecto y la expectativa es que siga siéndolo para los acueductos rurales de la zona. Porque saber qué sembrar, dónde y cómo cuidarlo es clave para la infraestructura verde y resiliente al clima, sin la cual no habrá agua para llenar los tubos”, agrega Serna.

EL VALOR DEL USO DE LA NATURALEZA ANTE LA CRISIS CLIMÁTICA
Cuando Mayra y Aníbal se graduaron en Agronomía, la gente no hablaba de cambio climático -ahora crisis climática-, sin embargo, ambos tenían claro que la deforestación, las emisiones de carbono y el uso indiscriminado de los recursos naturales traería consecuencias graves. Han pasado 40 años, y aunque aun muchas personas no utilizan el término, sí son conscientes de los cambios extremos en el clima, tanto secos como lluviosos. “Todos los ríos han bajado su caudal, antes había mucha agua durante todo el año, ahora tenemos demasiada después de lluvias intensas. Las y los productores de arroz y frijoles tienen muchas pérdidas porque la estación es muy cambiante”, cuenta Mayra.

Uno de los acontecimientos que dejó ver el impacto de los cambios en el ambiente y el clima fue el huracán Otto en noviembre del 2016, que dejó cerca de 11 mil personas afectadas de forma directa en el territorio nacional, gran parte de ellos en Upala.

“Muchos años antes de Otto, las montañas empezaron a talarse en más de un 50%. Cuando llegó el huracán, la “esponja” de los bosques que antes absorbía las aguas ya no estaba y la devastación fue peor”, dice su esposo. “Toda la montaña se devastó, el río se salió y desbordó por lugares donde nunca antes se había vivido una inundación”, agrega ella.
“La gente tiene conciencia pero no actúa”. Como buena educadora, ha hecho el esfuerzo de dar información a quienes producen y así, algunas y algunos ya no extienden sus siembras hasta los cauces de los ríos o piden ayuda para reforestar.

Afortunadamente las nuevas generaciones tienen otras formas de pensar. Las semillas no se han plantado solo en el suelo, sino en la conciencia de chicos y chicas que han pasado por sus aulas y de seguro de muchas más personas en la comunidad.

MAESTRA DE CLASE MUNDIAL
“Es una excelente profesora … nos corrige porque nos prepara para el futuro”, dice Karen. Hemos dejado buena impresión en nuestros trabajos por la disciplina que ella nos ha enseñado”, agrega Erika, su compañera. Ambas son estudiantes de sexto nivel y están a punto de graduarse con un técnico medio en agroecología, por lo que en los últimos meses han hecho prácticas profesionales y puesto en práctica lo aprendido.

Para Jairo, además de su conocimiento, el don de gentes de Mayra la convierten en una figura inspiracional y de empoderamiento para otras niñas, jóvenes y mujeres. “Ella ha dedicado su trabajo, su energía y amor al cuidado de los árboles, y a enseñar a niñas, niños y jóvenes. Eso te da la idea de que es una maestra de clase mundial”, opina.
“Siempre les digo a los chiquillos: a la gente hay que enseñarle a ser gente, porque eso no lo enseña internet”. Los últimos 30 años, como docente en el CTP de Upala, han sido muy gratificantes.

Sin lugar a dudas, el trabajo de doña Mayra y sus estudiantes es clave en los planes de reducción del riesgo de desastres a nivel local y nacional, y apoyará a Costa Rica en la definición de su camino hacia el desarrollo sostenible: resiliente ante los escenarios de la crisis climática, descarbonizado y en consecuencia con el logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible.

Fuente:
Fotografía: Priscilla Mora Flores
Historia: Gabriela Rodríguez Hernández
Edición de texto: Claudia Ortiz, Gerardo Quirós Cuadra e Ingrid Hernández Sanchez / PNUD

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“Cuidando nuestro medio ambiente y la vida”