Investigaciones sobre aves nocturnas estudian cómo podrían comunicarse con la fluorescencia de sus plumas. La fluorescencia oculta del plumaje de algunas aves podría ayudarles a comunicarse en la oscuridad de forma discreta, de acuerdo a un estudio realizado con el chotacabras cuellirrojo. Esta especie nocturna posee pigmentos que cuando se estimulan artificialmente con luz ultravioleta, emiten fluorescencia de color rosa brillante.

El Heraldo informó que un grupo de investigadores del Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN) y la Estación Biológica de Doñana, viene participando en un estudio sobra la función de un pigmento presente en las aves nocturnas, llamadas porfirinas.

Fuente de imagen: Carlos Camacho para El Heraldo

“En este reducido grupo, que representa apenas un 5% de todas las aves, encontramos ese pigmento enigmático: las porfirinas. Una peculiaridad de estas moléculas, que en condiciones normales son invisibles al ojo humano, es que al estimularse artificialmente con un haz de luz ultravioleta emiten fluorescencia de un color rosa brillante. Lo cierto es que se sabe realmente poco sobre las posibles funciones de esta extraña coloración”, apunta la investigadora del MNCN Iraida Redondo.

Asimismo el portal refiere que “para este estudio, publicado en ‘Scientific Reports’, los investigadores realizaron salidas nocturnas en Doñana para medir las dimensiones de estas manchas fluorescentes en una población de chotacabras cuellirrojo, Caprimulgus ruficollis, que se lleva estudiando más de una década. Se trata de una especie nocturna y migratoria que visita la península ibérica en primavera y verano para reproducirse y que se caracteriza por presentar un camuflaje extraordinariamente eficaz.”

“Para sorpresa de los investigadores, el tamaño de las manchas guarda estrecha relación con el estado físico de los individuos. Esto sugiere que los chotacabras y los búhos podrían emplear la fluorescencia como mecanismo para comunicar su condición a otros individuos, incluyendo sus progenitores, posibles parejas, competidores y, en algunos casos, también depredadores.”

Pero ¿por qué confiar entonces en un sistema de comunicación tan sutil y efímero? “Por un lado, la fluorescencia podría ayudar a los chotacabras a mimetizarse para engañar a los búhos, potenciales depredadores con los que comparten la franja horaria y el tipo de fluorescencia. Por otro lado, a especies como los chotacabras, cuya supervivencia depende de pasar desapercibidos, la fluorescencia podría ofrecerles un canal de comunicación privado”, explica Juan José Negro, investigador en la Estación Biológica de Doñana, refiere El Heraldo.

 

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Carlos Camacho para El Heraldo

 

 

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