En Cuba, la adaptación basada en el ecosistema es una forma rentable de preservar y restaurar los hábitats naturales y proteger las comunidades costeras. Los manglares cumplen la función de captura de nutrientes y las barreras naturales para reducir los efectos de los vientos y las olas durante las tormentas y las mareas entre otros, que se intensificarán con el cambio climático.

Su ausencia plantea riesgos para las poblaciones locales, se incrementa la erosión y la vulnerabilidad a las inundaciones, incluso comprometiendo la seguridad alimentaria.

“Nosotros mismos estábamos destruyendo este mundo, pero ahora tenemos un proyecto de educación ambiental, trabajamos con todas las escuelas y estamos vinculados a la población. Aquí puedes respirar un mundo saludable…La naturaleza, ahora más que nunca, necesita que prestemos atención a sus señales de advertencia y que la cuidemos, para que pueda cuidarnos a nosotros.” (María Teresa, 54 años, provincia Mayabeque).

Imagen de David Mark de Pixabay

María Teresa, es la administradora del área protegida del Golfo de Batabanó, en Mayabeque, Cuba. Ella sabe que en Cuba, la pérdida y el daño a los manglares protectores hacen que las comunidades costeras como la de ella sean vulnerables. Los manglares ocupan el 5,1% de la superficie terrestre de Cuba y se encuentran en el 70% de sus costas. Constituyen una reserva forestal valiosa que proporciona servicios a la costa y sus comunidades, incluidas la captura de nutrientes y las barreras naturales para reducir los efectos de los vientos y las olas durante las tormentas y las mareas que se intensificarán con el cambio climático.

María Teresa sabe que la pérdida de manglares plantea numerosos riesgos para la población local, ya que su ausencia contribuye a la compresión de las costas, aumenta la erosión y exacerba la vulnerabilidad a las inundaciones, oleaje, marejadas y tormentas. En términos de biodiversidad, el daño al ecosistema de manglar reduce la calidad del agua y compromete la seguridad alimentaria y los medios de vida al destruir el hábitat natural de las especies de peces y crustáceos.

Dada su extensión de tierra larga y estrecha, Cuba tiene una proporción particularmente alta de costa relativa a la superficie total y, como consecuencia, una gran proporción de la población nacional es vulnerable a las amenazas relacionadas con el cambio climático.

“Reconocen que el valor del manglar reside no solo en los beneficios que obtienen de él, sino que también representa un punto de referencia alrededor del cual han desarrollado sus vidas, su sentido de pertenencia y su identidad” – Juliette Díaz, Coordinadora, Agencia de Medio Ambiente.

Manglares Saludables, Futuro Saludable
Para restaurar los manglares de Cuba, el proyecto “Reducción de la vulnerabilidad a las inundaciones costeras a través de la adaptación basada en los ecosistemas en el sur de las provincias de Artemisa y Mayabeque” se centra específicamente en un tramo de costa de 84 km de largo entre Punta Sucia y Punta Mora. Este proyecto, financiado por el Fondo de Adaptación e implementado por el PNUD, viene trabajando junto con el Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente de Cuba y el Ministerio de Agricultura, tiene la finalidad de restaurar estos manglares a través de un proyecto intensivo de rehabilitación hidrológica y reforestación. Estos esfuerzos de restauración incluyen la reforestación integral, mejores esfuerzos de monitoreo y control, y la creación de evaluaciones detalladas de vulnerabilidad para comprender mejor cómo el cambio climático está afectando a las comunidades y sus ecosistemas.

En 2017, el Gobierno de Cuba aprobó el Plan estatal para el enfrentamiento del cambio climático (“Tarea Vida”), lo que reconoció la alta vulnerabilidad del país al cambio climático. El plan establece prioridades estratégicas e identifica los impactos de la intrusión salina, las inundaciones y los eventos climáticos extremos en las zonas costeras del país. Proyectos como este han aportado información valiosa para identificar soluciones que permitan gestionar los impactos del cambio climático a través de medidas de adaptación basadas en el ecosistema.

Comprometidos a Proteger y Restaurar
María se compromete a proteger los manglares mientras enseña a la próxima generación a apreciarlos tanto como ella. “Esta comunidad necesitaba este proyecto, y llegó en el momento adecuado”, dijo. “El manglar estaba en muy mal estado. Cuando comencé aquí (hace seis años), el manglar no creció más de un metro de altura”.

Un enfoque de adaptación basada en el ecosistema (EBA) “aspira a mantener la estructura natural y el funcionamiento de los ecosistemas” y en Mayabeque, María y su equipo están trabajando para lograr la recuperación de la estructura, la función y los servicios de los ecosistemas en los manglares y sus ecosistemas costeros asociados.

Mediante una combinación de regeneración natural y regeneración artificial (es decir, plantación), el proyecto incorpora lo mejor de la EBA: el manejo integrado de la tierra, el agua y los recursos vivos que promueve la conservación y el uso sostenible de manera equitativa.

Cuatro años después, brotan los manglares, aumentan las poblaciones de vida silvestre, camarones y peces, y las inundaciones están más controladas.

“Significa que el manglar se está recuperando, que la regeneración natural que no estaba ocurriendo antes está ocurriendo”, dijo Vicente Núñez, de 72 años, de la Compañía Forestal en la costa del Cajío, de la provincia de Artemisa.

Los resultados finales del proyecto tomarán tiempo para alcanzar su máxima extensión (los manglares plantados en 2014 tienen 4-5 pies de altura hoy y tardan de 10 a 15 años en madurar), pero las acciones de rehabilitación han dado como resultado beneficios protectores emergentes contra las inundaciones y la reducción de la erosión y las tasas de intrusión de agua salada. Los residentes de Artemisa dicen que los impactos del viento y las inundaciones por el clima extremo han disminuido en las zonas protegidas de manglares.

María señala que en Mayabeque, “hoy puedes ver manglares de entre 15 y 18 metros con una salud tremenda. Puedes ver el nivel de conservación que tienen “.

Plantar el futuro que quieren ver
La mayoría de los trabajadores de Teresa son jóvenes, entre las edades de 18 a 21 años, lo que es un buen augurio para la sostenibilidad a largo plazo del proyecto. “Tenemos jóvenes que se están incorporando a esto, están muy comprometidos y siempre quieren aprender más”, dijo. “Los niños aprenden aquí y regresan a sus hogares y transmiten [conocimiento] a sus padres”.

El proyecto trabaja activamente con las escuelas locales que buscan crear conciencia y promover un fuerte vínculo entre las poblaciones costeras y su entorno.

“Queda mucho por hacer para fortalecer estos territorios a fin de adaptarse mejor al cambio climático basado en los ecosistemas, pero la verdad es que se vislumbra el empoderamiento de la comunidad y nuestra gente hoy comprende mejor el valor social y cultural de los manglares” – Juliette Díaz, Coordinadora, Agencia de Medio Ambiente.

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Desde su inicio, el proyecto ha llevado a cabo diversas actividades para cumplir sus objetivos sociales y ambientales, incluida la recuperación de 7.318 hectáreas de manglares y áreas de bosques pantanosos en el interior, mediante siembra directa y regeneración natural.

Un reciente análisis de costo beneficio del proyecto, calculó los beneficios netos (incluye costos) derivados del manglar restaurado a USD$107 millones. Esto incluye los beneficios del control de inundaciones, el aumento de las poblaciones de peces, los ingresos derivados de la apicultura y la reducción de las pérdidas en la agricultura y la ganadería por la intrusión salina, entre otros servicios; y los costos en la restauración, mantenimiento y conservación.

Apicultura en manglares
El establecimiento de la apicultura en los manglares es un ejemplo del proyecto que respalda soluciones que benefician tanto a los ecosistemas de manglares como a las economías locales. Al aumentar los ingresos, las ganancias de la apicultura se han calculado en casi USD$44.500 en los sitios objetivo.

Mediante la plantación de manglares y el fomento de su regeneración natural, colocando líneas de estaca para reducir las marejadas, limpiando canales y promoviendo el crecimiento de los bosques costeros a través de la educación y actividades sostenibles, el proyecto está haciendo una diferencia positiva en la reducción de vulnerabilidades y haciendo que las comunidades locales sean más resilientes al cambio climático en el sur de las provincias de Artemisa y Mayabeque en Cuba.

Además, el Gobierno de Cuba está trabajando actualmente con el PNUD para diseminar los impactos de este proyecto a lo largo de la costa sur de Cuba a través de un proyecto financiado por el Fondo Verde para el Clima (GCF, por sus siglas en inglés). Si se aprueba, el proyecto beneficiaría a las comunidades costeras vulnerables a través de servicios mejorados basados en el ecosistema, incluida la gestión del agua y la protección costera”.

Fuente: United Nations Development Programme
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